Al leer el Evangelio de hoy y los signos del cielo
que le pedían a Jesús en su tiempo me he acordado de que anoche en cuarto
milenio se hablaba de una Monja muy parecida al Padre Pío “Madre Esperanza”. Los
dos arrastran a millones de personas atraídas por los fenómenos místicos
sobrenaturales en sus vidas como los estigmas, bilocación… También se habla del
baile del sol en los lugares de apariciones marianas. El mayor signo que Dios
ha dado a la humanidad es la muerte y la resurrección de Jesús. La cruz es un
signo que puede ser malinterpretado, la muerte de un líder social más que
resulta incómodo y de la resurrección sólo fueron testigos unos cuantos. Los signos que Dios nos ofrece no son demostrables,
no son datos empíricos, no violentan nunca la fe. Invitan, proponen, son brisa suave, no huracán.
Son reflexiones de un lunes temprano. Feliz día y bendiciones. Para ver las lecturas pincha aquí.
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